Bestias de todos los tamaños pugnan por colarse en la fiesta. Empujan y atosigan al animal de delante con todo lo que tienen: garras, pezuñas, olores íntimos… lo que sea. Pero quizá una de esas ridículas focas ha cambiado la entrada de sitio. Un juego de cartas para los más duros, no solo para el rey de la fiesta.